jueves, 1 de junio de 2017


¡Bienvenidos de vuelta al blog! Hoy, día 1 de Junio vamos a mostraros la esquiada de bachillerato. Una salida donde fortalecimos el vínculo con nuestros profesores y compañeros, disfrutamos de las montañas y pudimos vivir una experiencia de esquí encompañía de amigos del colgio a lo largo de los dos días que duró nuestra estancia en La Molina. Nuestra profesora de lengua castellana, Cecilia Ribas, sintió que el sentimiento fortalecedor de la relación profesor alumno era recíproco y decidió plasmarlo en este escrito, ¡echadle un vistazo, vale la pena! 🏂🏂🏂


Esta mañana me he puesto las raquetas y he salido a caminar por las montañas. Las instalaciones de la Molina son un lugar privilegiado para disfrutar de la Naturaleza, hacer deporte y convivir entre nosotros, por eso organizamos aquí la salida lúdica de Bachillerato.

Al ser jueves, la montaña está en calma, lejos de aglomeraciones, prisas, exámenes, correcciones… y de esa serenidad brota un Silencio profundo que nos predispone a vivir intensamente el momento. Así voy subiendo con mis raquetas por una de las pistas por las que alegremente bajan mis alumnos. "!Hola Cecilia!”.- gritan, al verme, convencidos de que nada es comparable al placer de la velocidad montaña abajo. Aprecio ese saludo espontáneo, ingenuo, libre de connotaciones.  Percibo un saludo limpio y sobre todo muy sincero, (el momento es tan fugaz, que si no lo hicieran, yo no me daría ni cuenta).   Pero ellos saludan. Todos lo hacen con la misma ilusión. Ellos también están en Paz, relativizando sus preocupaciones diarias. Disfrutan del momento. Son felices.
Me saludan con el casco y las gafas y, este año, incluso con un disfraz de carnaval. Pero yo los reconozco y satisfecha les devuelvo la llamada con su nombre.  ¡Es fácil identificar la primera imagen del alumno, la superficial, la que nos ofrecen tras el atuendo de esquí,  o sentados tras sus pupitres en clase! Sigo subiendo, pero ya con el nombre del alumno vibrando por dentro.  El saludo ha sido oral, físico, pero ha trascendido a algo interior. Traspaso la corteza de su nombre, el color de su anorak,  la máscara de su comportamiento en clase o el boletín con sus notas de evaluación  y entro en sintonía con la esencia de su persona, con la totalidad de su ser.  Es un momento mágico porque me siento en comunión con él.  Paso del reconocimiento al Conocimiento, que es lo que crea el vínculo. Sin vínculo no puede crecer una relación. Me dejo  llevar por esa unión, la saboreo y entonces me reconcilio con él. 




Es un saludo de reconciliación, porque ellos me lo ofrecen gratuitamente y yo lo recibo con una actitud abierta, libre de trabas.  Entonces una Fuerza Superior inmensa me mueve a quererlos y  a comprenderlos y a ayudarles a alcanzar la Plenitud a la que están llamados. Un año más, las montañas de La Molina nos han permitido coger perspectiva y alumnos y profesores hemos llenado nuestros pulmones de unos Aires muy Puros que nos ayudarán a seguir trabajando con ilusión hasta que se acabe el curso. 
                                                                                                    Cecilia Ribas
                                                                                                                                             

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