TESTIMONIOS
Cristina Plana (2º A): “con tan solo dos horas a la semana me di cuenta de lo mucho que podía ayudar”
Guille Ortuño (2ºA): “amb un simple somriure ja m´ho deien tot”
Mónica Morcego (2ºA): “es una manera de conocer otra realidad”
Laura Martí (2ºA): “me inspiraban a ver la vida con otros ojos”
Carlota Condomines (2ºB): “la satisfacción que te llevas a casa después de estar una tarde con ellos”
Norah Led (2ºA): “me emocionaba sabiendo que cada viernes me esperaban con tanta ilusión”
Requiere un compromiso estable con una organización que canalice nuestra participación, la cual será siempre en favor de otras personas y de la sociedad en general.
Sin embargo, más importante que los motivos iniciales es la evolución de la persona hacia actitudes de solidaridad y gratuidad reales, ya que serán las que definan su continuidad en el trabajo voluntario.
Tampoco faltan los miedos que frenan nuestra participación, como pensar que nuestro esfuerzo no es útil o que no tengo edad porque soy demasiado joven o que no tengo experiencia de voluntariado o que no tengo nada que aportar. Son temores comprensibles pero injustificados. Y la mejor forma de demostrarnos que sí podemos encajar en el voluntariado es probándolo.
Si tienes algo de tiempo y una pequeña motivación hay que lanzarse; sólo habrá que encontrar el lugar que mejor responda a tus inquietudes y en la que te encuentres más a gusto.
Es una experiencia única para muchos alumnos, y hay alguno que no se despide a final de curso de su voluntariado y continua el año siguiente o en verano.
Escrito por Reyes Bertrán, 1º B.
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